martes, 17 de abril de 2012

Un descanso merecido

Queridos lectores de nuestro blog:
Como habréis podido comprobar, llevamos ya varias semanas sin publicar. Y es que, a las fiestas de Semana Santa, se ha unido el tercer trimestre de 2º Bachillerato, que es el curso que tanto José Ignacio como yo estamos cursando este año, lo que significa que nos van a acribillar a exámenes.
Por ello, y porque creemos que el formato actual del blog está dando sus últimos coletazos, hemos decidido dar un paréntesis al blog hasta el viernes 29 de junio. 
Pero no os preocupéis: volveremos con más ganas que nunca y con todo un verano para publicar. Tenemos muchos proyectos en mente, y el formato del blog será renovado. Os esperan muchas novedades a la vuelta; novedades que estamos preparando ya, así que lo único que nos hace falta es un poco de paciencia.

Hasta entonces, hasta luego. Muchas gracias por vuestras visitas. Gracias a vosotros nuestro contador no para de subir, incluso cuando no publicamos. Sólo esperamos que, a nuestra vuelta, nos recibáis con el mismo entusiasmo que tenéis ahora.

Julio Adame y José Ignacio Naranjo
Directores de "El tesoro de Sauniére"

martes, 27 de marzo de 2012

Avance del viernes

En primer lugar, José Ignacio y yo queríamos pedir disculpas por la no publicación de reportajes durante la pasada semana, pero estuvimos muy ocupados con la representación de nuestra obra, El poeta prodigioso, en la localidad sevillana de Benacazón.

Esta semana volvemos con nuestros habituales reportajes, avisándoles de que durante Semana Santa NO HABRÁ REPORTAJES, pues es una semana que nos queremos tomar de descanso. Pero vamos a lo que nos ocupa:

JULIO
  • Historia del Arte: Imaginería cofrade. "María Santísima de la Esperanza Macarena". 
  • Música: Música cofrade. "Soleá, dame la mano", de Font de Anta. 
  • Fotografía: Llegó como llega siempre... 
  • Julio: Ya es Semana Santa. 
JOSÉ IGNACIO
  • Historia: La 2ª Guerra Mundial
  • Cine: "The artist", de Michel Hazanavicious 
  • Literatura: "La metamorfosis" de Kafka. 
  • José Ignacio: Arenas movedizas en Andalucía 

viernes, 16 de marzo de 2012

Poemas. "Saetas"

SAETAS

Ni el mismo rayo de sol
igualar tu belleza puede
porque eres la Madre de Dios.
Ni tu misma Soledad
dejarte sola ya puede
¡Reina de Benacazón! 

Para poder consolarte
y caminar de tu mano
hay que ateverse a mirarte.
Eres Soledad de un pueblo
que espera con devoción
poder disfrutar de tu arte. 

La noche negra es tu manto
que está plagado de estrellas
y quieren secar tu llanto. 
La Luna quiere ser pañuelo
y acariciar tus mejillas.
Soledad, ¡Señora del Viernes Santo! 

Eres una maravilla
que reina en Benacazón,
Señora de toda la villa. 
Te adoran los soleaeros
y todo el pueblo te implora,
y hasta te llora Sevilla.

Lo andaluz


Música cofrade. "Virgen del Dulce Nombre", de Pedro Morales


Aunque estaba anunciado que hoy iba a hablar sobre la marcha Lloran los clarines, pero por diversas razones hoy vamos a hablar sobre la marcha Virgen del Dulce Nombre, de Pedro Morales. Dar las gracias a la web Patrimonio Musical por el reportaje.

Nos encontramos ante una de las mejores y más bellas marchas de Don Pedro Morales, y sin embargo una de las más desconocidas. El ámbito de su interpretación se ciñe casi exclusivamente a la hermandad hispalense del Dulce Nombre (conocida también como “La Bofetá”), a quien va dedicada, si bien hasta hace relativamente poco tiempo llegó a formar parte del repertorio de numerosas bandas de música.

Al finalizar el verano de 1985 varios miembros del Grupo Joven del Dulce Nombre se dirigen al histórico director de la Banda del Regimiento “Soria” nº 9 Don Pedro Morales con el propósito de encargarle la composición de una marcha procesional. La visita dio sus frutos, que se tradujeron en la audición en enero de 1986 de tan anhelada composición en el piano del músico. Los afortunados hermanos que pudieron asistir a tan emocionante “premier” quedarían maravillados. El compositor loperano pidió al Grupo Joven un título para la nueva marcha; ya que Don Luis Lerate había compuesto “María Santísima del Dulce Nombre” en 1955, concluyeron que la denominación idónea sería “Virgen del Dulce Nombre”. Veinte años han pasado ya.

El Martes Santo 25 de marzo de 1986, momentos antes de la salida de la cofradía, se le hizo entrega a Don Pedro de un cuadro dedicado por el Grupo Joven como recuerdo del estreno de la marcha. Finalmente la composición fue interpretada a la salida del paso de María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista a cargo de la Asociación Musical de Guillena bajo la dirección del propio Don Pedro Morales; había sido estrenada en concierto días antes. (1)

“Virgen del Dulce Nombre” comienza con una introducción en fortissimo en Do mayor, tonalidad festiva por antonomasia, caracterizada por una sencilla y alegre melodía cantada por la madera y un contracanto marcial y poderoso de cornetas. Destaca el acertado uso de cromatismo y escalas con articulaciones muy llamativos, rasgos característicos de las introducciones más castrenses de este autor.

Tras finalizar los 16 compases de la introducción se inicia el tema principal en Do menor y mezzoforte. Según su propio autor, esta sección, pausada y suave, relaja la primera y fuerte impresión, basándose para ello en la “sacra conversatione” entre la Virgen y San Juan. Poderosos y elocuentes metales acompañan como base a la emotiva melodía de la madera. En este tema principal el autor roza la bimodalidad al enfrentar las cornetas a la melodía, contraponiendo así los modos mayor y menor, recurso éste usado por el compositor en otras marchas como "Esperanza Macarena", aunque en esta ocasión el autor arriesga más al forzar la armonía para lograr este fin.

El contraste viene dado por el fuerte de bajos, que pasa por ser uno de los más conseguidos de Don Pedro Morales. Dotado de fuerza y espectacularidad, esta sección contribuye a enfatizar la honda pena transmitida por el tema principal, que seguidamente se repite en su totalidad. Destaca el empleo de cromatismos y el papel reservado a las trompetas y trompas que resaltan la armonía mediante notas largas.

El bellísimo puente hacia el trío es más largo de lo habitual (12 compases) y utiliza de manera magistral la cadencia andaluza interpolada con pasajes de fanfarria de metal, dando lugar a un pasaje transicional caracterizado por las rápidas y destacadas modulaciones para concluir en Do mayor, tonalidad propia del trío y (recordemos) del inicio de la marcha.

La melodía del trío comienza en piano. Bella, serena y muy “cantábile”, posee un marcado carácter procesional, con la línea rítmico-armónica realizando un acompañimiento característico de las marchas que, a veces mal llamadas, son denominadas alegres. Destaca en la primera repetición del mismo la intervención "soterrada" de las trompetas que realzan la armonía. Es destacable el contracanto de saxos y bombardinos, que dialogan con la madera en la repetición en fortissimo del trío. Y de nuevo la tonalidad predominante es Do mayor, cerrando así un ciclo perfecto.

“Virgen del Dulce Nombre” ha sido registrada en cuatro trabajos discográficos: el primero vio la luz a primeros en febrero de 1987 a cargo de la Banda de Música de la Cruz Roja de Sevilla; el segundo un año después por la Banda de la Oliva de Salteras (Sevilla). En 2003 la Banda de Música “Santa Ana” de Dos Hermanas (Sevilla) en su álbum “Pedro Morales - Disco de Oro” volvió a rescatarla, y más recientemente, en 2005, la Banda del Cristo del Confalón de Écija (Sevilla) la incorporó en el disco “Écija. Pasión entre Sevilla y Córdoba”.

Cuesta trabajo creer que una marcha procesional de tan contrastada calidad esté relegada casi por completo a la hermandad a quien va dedicada. Merece, como todas las de Don Pedro, formar parte del repertorio general de todas las bandas de música. En “Virgen del Dulce Nombre” la perfecta simbiosis entre alegría y pena refleja a la perfección el sentir del pueblo ante su Semana Santa, algo que sabe captar magistralmente Don Pedro Morales.

Imaginería cofrade. "Stmo. Cristo de la Expiración", de Ruiz Gijón

 Hoy, en la sección de Historia del Arte, vamos a seguir con nuestro recorrido cofrade por Sevilla. Hoy nos vamos al popular barrio de Triana, concretamente a la recientemente nombrada Basílica en la que se encuentra una de las mejores imágenes de crucificados de España: el Stmo. Cristo de la Expiración, más conocido como El Cachorro.

Último de los grandes Crucificados del barroco español, la impresionante imagen del Cristo de la Expiración representa el instante de su muerte y sintetiza el triunfo glorioso del Salvador y la fragilidad dolorosa del Hombre. Vivo, mirando a lo alto, trepidante el desnudo y movidísimo el paño que sostiene una cuerda y descubre toda la silueta, se lo hace derivar del  Crucificado de Écija de Pedro Roldán, pero es más exacta su relación con el que casi un siglo antes había tallado en marfil Gaspar Núñez Delgado.

 Toda la imagen, que hincha el tórax y tensa los músculos en busca del último aliento, es movimiento y ritmo ascensional, pero «donde Gijón potencia el efecto barroco es en el paño de pureza... que resulta en extremo virtuoso. Pormenoriza los pliegues, en aleteantes fragmentos, de fina lámina. El paño se sujeta con cuerda y dispone en tres fragmentos, dos a los costados y uno en el centro, con originalidad... Los trozos se agitan como sacudidos por fuerte huracán» (Martín González).

El patetismo hondo y sentido de la obra, su intensa  unción sagrada, el  virtuosismo de la talla, dentro del esfumato propio de la escuela de Roldán, que busca sensaciones tan reales y pictóricas como el sudor de la agonía que moja el rostro anhelante, los signos de la muerte en las pupilas (aunque parece que el estrabismo es producto de una restauración del siglo XIX), hacen de éste «el más barroco y emocionante de los Cristos andaluces» (Otero Túñez).

F. Gª de la Concha Delgado (2002), que sigue el análisis médico de Delgado Roig, señala también las manos crispadas, las piernas contraídas, los labios acardenalados con proyección de la lengua hacia afuera, el tórax levantado en inspiración estertosa... y concluye: «La muerte ha llegado, pero aún hay un resto de vitalidad en aquel cuerpo derecho, contraído y tembloroso. Aún parece que sigue resbalando la sangre caliente sobre el pecho y el vientre del Crucificado».

Francisco Ruiz Gijón había nacido en Utrera en 1653, fue discípulo de Andrés Cansino, cuyo taller hereda en 1670; frecuentó la Academia donde enseñaba Pedro Roldán, talla el Cristo de la Expiración y las andas procesionales del Gran Poder, «de fuerte dinamismo barroco, [que] sirven de definitivo modelo a este género escultórico», en la última década del siglo. Muere en Sevilla en 1720.

«Su estilo es como una versión extremada, barroquista del arte de Roldán. A Gijón se le ha considerado como el punto más extremo del arte escultórico sevillano, pues supo aunar la herencia Arce-Cansino con la de Roldán y, bajo el ímpetu de su fogosa personalidad, dar un sello propio a toda su producción» (Jorge Bernales).

La talla está hecha en pino de Flandes y mide 1.89 m. Su ejecución se contrató  notarialmente el 1º de abril de 1682 y el imaginero debía percibir por ella 900 reales, pero consta en otro documento que percibió 1.100 reales, algo menos de lo que solía por su trabajo, sin que se sepa la causa.

Agustín Sánchez Cid le dio nueva cruz arbórea, la restauró y consolidó los ensambles en 1940. En 1947 retocó la policromía el pintor Juan Miguel Sánchez.

En 1973 un incendio que se produjo en su capilla destruyó la Dolorosa y dañó gravemente el costado, pierna y talón derechos del Cristo, también quedaron dañados el paño de pureza y la policromía, que los hermanos Antonio y Raimundo Cruz Solís tuvieron que restaurar.

Sale el Viernes Santo de la Capilla del Patrocinio (Triana) con la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración.

Escena final la bella y el ángel


ESCENA 7

(De pie se encuentran María, Juana y Cata, hablando, como a la espera de algún acontecimiento)

JUANA: Mi pobre Lola… ¡cuánto la echo de menos!

CATA: Parece mentira, ¿a que sí? Yo todavía espero encontrármela algún día por la calle…

MARÍA: Yo tampoco me hago a la idea, querida. Ya no me quedan ni lágrimas que llorar. Y hace tan solo un mes…

JUANA: Es que nadie se lo esperaba; una pareja tan feliz, tan consistente… ella estaba súper enamorada de él, y de golpe y porrazo, se nos va.

MARÍA: Nos la quitan, Juana. Nos la quitó ese monstruo que se hace llamar hombre. A mi hija la mató él, por muchos jueces que digan que fue un suicidio.

JUANA: Por favor, María, no me malinterpretes. Yo también estoy segura de que fue Enrique quien la mató.

CATA: Esperemos que en este juicio se haga justicia… porque en los otros dos…

JUANA: Más vale olvidarlos. Yo entiendo que son sus padres, pero por eso mismo deberían de saber qué clase de hijo tienen.

CATA: Nadie lo sabíamos, Juana… ¿o acaso tú te esperabas que Enrique sea como es?

JUANA: Ya lo he dicho antes… nadie se lo esperaba. Pero, supuestamente, como una madre conoce a su hijo…

MARÍA: No lo conoce nadie. Pero también es cierto que como una madre quiere a su hijo…

JUANA: No lo quiere nadie.

MARÍA: Yo no culpo de nada a su madre. ¡Quién sabe! A lo mejor si mi hijo hubiera sido el maltratador, también lo habría defendido.

CATA: Pero Enrique tiene que pagar.

JUANA: En eso estamos todas de acuerdo. Ojalá que los testigos de este juicio sean suficientes para convencer al juez.

MARÍA: Maldito Enrique…

CATA: Yo me siento tan culpable… no creí a Lola, y míranos ahora, aquí, llorando su muerte.

JUANA: Yo tampoco la creí… quizás, si le hubiésemos hecho caso…

MARÍA: No vale la pena darle vueltas al coco en ese asunto. Lola ya no está. Ya no podemos hacer nada para resucitarla… lo único que podemos hacer es justicia con su asesino.

JUANA: Se hará justicia… aunque me la tenga que tomar yo por mi propia mano.

MARÍA: A Dios le rezo todas las noches, pidiéndole… rogándole que, por favor, la justicia encarcele a Enrique…

CATA: ¿Ana?

(Aparece Ana en escena por uno de los lados del escenario; viene limpiándose las lágrimas)

JUANA: ¿Qué haces aquí, Ana?

ANA: María… por favor, perdóneme… (se abraza a ella llorando)

MARÍA: ¿Perdonarte por qué, hija?

ANA: Lola me contó lo de sus malos tratos… pero yo… yo le volví la cara, y luego ya fue demasiado tarde.

MARÍA: (consolándola) No te preocupes. Todos le dimos la espalda. Estuvimos ciegos…

JUANA: Tranquila, Ana… no fuiste la única ciega.

ANA: El único consuelo que me queda es saber que se pudrirá en la cárcel.

MARÍA: Esperemos, hija… esperemos.

ANA: No hay nada que esperar, María. El juez lo ha condenado.

CATA: ¿Y tú cómo lo sabes?

ANA: El inspector me pidió que declarase como testigo…

CATA: Yo no habría tenido el valor de entrar ahí y estar aguantándole la cara.

ANA: Era lo mínimo que podía hacer con Lola… ahora me siento un poco mejor conmigo misma.

MARÍA: Gracias, Ana… muchísimas gracias.

ANA: No me las merezco, María.

MARÍA: Sí, hija, sí… sin tu testimonio el juez lo habría dejado absuelto de nuevo por falta de pruebas. ¡Gracias, Dios mío! Espero que se pudra entre barrotes…

(Aparece el inspector Luis Rivera llevando esposado a Enrique, que van pasando poco a poco por delante de las mujeres)

JUANA: ¡Ahí está ese cabrón!

CATA: ¡Asesino!

JUANA: ¡Ojalá te pudras en la cárcel, poco hombre!

CATA: ¡No te mereces vivir!

MARÍA: ¡Basta! ¡Basta!

(María hace una seña al inspector para que se detenga y se acerca a Enrique, que ha permanecido con la cabeza gacha. Lo obliga a mirarla)

MARÍA: ¿Por qué? ¿Por qué, Enrique? ¿Por qué has hecho todo esto?

(Enrique le aguanta la mirada, pero no responde)

MARÍA: ¡Dímelo! ¡¿Por qué?!

ENRIQUE: ¡¡No lo sé!!

MARÍA: Ah… ¿no lo sabes?

ENRIQUE: No… no sabía lo que hacía. Yo en el fondo la quería… yo amaba a Lola con todas mis fuerzas. Estoy muy arrepentido…

MARÍA: La amabas… (hace una pausa y toma aire) Cuando una persona ama a otra, Enrique, no busca hacerle daño. Tú a mi hija le amargaste sus últimos días… ¡¡La mataste, asesino!!

(Juana y Cata se unen al grito de “¡Asesino!”, formando un gran alboroto. Rivera y Enrique siguen avanzando, hasta que éste último se encuentra con Ana)

ENRIQUE: Ana, por favor… tienes que creerme… estoy muy arrepentido. Yo no quería matar a Lola, yo la amaba… y te amo a ti ahora.

ANA: Tus palabras ya no valen nada, Enrique. Me hiciste cómplice de tus maldades, y eso es algo que nunca te perdonaré. Espero que allá donde vas te arrepientas verdaderamente de todo el mal que has hecho.

(Rivera saca a Enrique de escena. Las mujeres se quedan. María da un paso hacia adelante, y comienza a hablar)

MARÍA: Lola, hija mía… donde quiera que estés, quiero que sepas que aquí se ha hecho justicia. Ya puedes descansar en paz, mi niña. Ya puedes ser feliz allá donde estés.

(Se apagan las luces y los personajes se van de escena. Mientras las luces se van encendiendo, aparece Lola, vestida de blanco, mirando a su alrededor extrañada)

LOLA: ¿Dónde estoy? No… no puedo recordar nada… qué extraño…

(Gabriel aparece por el otro lado del escenario. Lola, al verlo, corre para abrazarlo)

GABRIEL: ¡Menudo recibimiento, Lola! (sonriendo)

LOLA: Gabriel… me alegra tanto verte… ¿dónde estamos?

(La expresión de Gabriel cambia por completo)

GABRIEL: Verás, Lola… esto no es fácil de explicar. Alguna vez te llegué a decir que no deseaba verte en otro sitio que no fuera… allí.

LOLA: ¿Allí?

GABRIEL: Estás en mi hogar, Lola… soy un ángel.

LOLA: No… no entiendo nada.

GABRIEL: Lola, Enrique te mató de un disparo. Intenté ayudarte e impedirlo, créeme… pero no podía hacer nada. Tu destino era ese, y no se podía cambiar.

LOLA: Enrique… me… mató… cómo pudo llegar a tal extremo…

GABRIEL: Por favor, Lola… ya no le des más vueltas. Sé que es difícil de aceptar. Pasé por lo mismo que estás pasando tú hace muchos años. Pero créeme… aquí no hay problemas. Aquí no existe el sufrimiento… te prometo que aquí vas a ser feliz.

(Lola lo mira con cara de extrañeza)

GABRIEL: (Sonriendo) ¿No confías en mí?

LOLA: Pues claro que confío… más que en nada.

GABRIEL: Por cierto, Lola… tengo una última sorpresa para ti.

LOLA: ¿Una sorpresa?

(Gabriel se va un momento del escenario y aparece de nuevo, llevando un bebé en sus brazos)

GABRIEL: Te presento a tu hija, Lola.

LOLA: ¿Mi hija? (Se muestra emocionada)

GABRIEL: Sabías perfectamente que estabas embarazada de Enrique, pero nunca selo dijiste.

LOLA: Me daba miedo.

GABRIEL: Pues eso del miedo se acabó. Aquí vamos a ser muy felices.

(Lola coge a la niña en sus brazos)

LOLA: ¿Cómo la llamaremos?

GABRIEL: Es tu decisión.

LOLA: La llamaré Esperanza… porque me la ha devuelto con su sola presencia.

GABRIEL: Es un nombre precioso.

LOLA: Y tendrá un padre estupendo.

(Lola vuelve a abrazar a Gabriel y se van de escena)