Pero comencemos con el tema, que la semana pasada se nos olvidó decir. El tema no es otro que el amor en su mayor expresión y las consecuencias que de él se derivan. Como temas secundarios podemos encontrar una dura crítica a la sociedad de principios del siglo XX (puede que sea una de las pocas críticas sociales realizada con posterioridad a la época criticada) llena de clasismo e hipocresía; la doble moral existente en España en esos tiempos, donde las apariencias eran muchísimo más importante que la propia realidad; el papel secundario de la mujer y sus ansias de autogobierno y liberación; las reencillas familiares llevadas al extremo, sobre todo por dinero e ideología; y, por último, el misterio que se respira a lo largo de toda la obra, muy al estilo de Sherlock Holmes.
Este último tema es muy importante para el desarrollo de la obra: la influencia del estilo de Holmes se hace patente a la hora de plantear el misterio y su forma de resolverlo, lleno de incógnitas, mensajes secretos y la agudeza de las policías, cuya jefa (Irene Adler) lleva el nombre de uno de los personajes de Holmes, lo que se puede interpretar como la prueba definitiva de esta influencia. Hay, como digo, un estudio concienzudo a la hora de resolver el problema que surge... y he de confesar, personalmente, que nos dio más de un dolor de cabeza a José Ignacio y a mí.
Pero no sólo hay influencias del Londres del siglo XIX, sino de la España profunda que Lorca tanto expone en sus obras. Rogelia, la matriarca de los Mendoza, es un personaje muy inspirado en Bernarda Alba, con quien guarda similitudes de carácter, aunque a la hora de expresarse sea más expresiva (perdón por la redundancia) que el personaje lorquiano. Rogelia se caracteriza por hablar a voces y por utilizar expresiones coloquiales, e incluso, malsonantes. Y quizás sea éste uno de los logros de la obra: la sublime caracterización de los personajes españoles, sobre todo los más "castizos": Rogelia y las sirvientas, Bernarda y Eusebia. De estos dos últimos personajes hablaremos un poco más tarde. No obstante, dentro de la familia Mendoza encontramos dos personajes que no coinciden con la caracterización esperpéntica, y si me apuráis algo vulgar, de los nombrados anteriormente: Pepe y Carmen, los dos hermanos Mendoza. Ambos son completamente distintos de su familia: hablan tranquilamente, expresan mejor sus sentimientos... y quizás esto ayude a "separarlos" del ambiente divertido que se respira en torno a Rogelia y compañía. No obstante, Carmen posee momentos en los que su parecido con Rogelia, y con Adela en La casa de Bernarda Alba, son evidentes (es la que nunca está de acuerdo con su madre y la que le planta cara). Por último, para terminar con la familia española, encontramos al personaje que más cariño generó en las tres representaciones de la obra: Manoli. Ella se merece un punto y a parte, así que pongámoslo y descendamos un renglón.
Manoli es un personaje extraño. Dentro de la estética de principios del XX reinante en todo el teatro, ella es la excepción que confirma la regla. Viste de forma extravagante, actua de la misma forma y sus expresiones son demasiado "modernas" para el ambiente de la obra. Su objetivo, al igual que el de Bernarda, Eusebia, las dos narradoras y los dos autores, es destensar la trama; una trama en la que, realmente, se viven momentos muy violentos y tensos que necesitaba de algún personaje que pudiera hacer sonreír al espectador. De hecho, la escena 2, donde Bernarda, Eusebia y Manoli interactúan entre sí, sirve como preparación para la escena 3, quizás la más seria y tensa. Porque las sirvientas y Manoli representan otro hilo de la trama a parte del principal, que ya hemos explicado. Entre ellas se desarrolla otra historia que no obtiene un final explícito, pues el destino de Bernarda y su sorda compañera es servir para siempre en la mansión Mendoza.
En cuanto a los Bellingham, no hay mucho que decir. Es una familia completamente heterogénea, donde los únicos que guardan alguna relación entre sí son Charles y su hermana Julie, ambos ansiosos de una libertad y una paz que Trevor, su padre, les niega. Mientras que en los Mendoza reina la cordialidad, salvo algunos momentos, el ambiente que se respira en la familia Bellingham es frío y seco: Margaret, la matriarca, no soporta a Trevor; él no soporta a sus hijos ni a su mujer; Charles, el hermano mayor, no soporta a su padre; Julie, la protagonista, no tiene muy buenas relaciones ni con su padre ni con su hermana pequeña, Adele, quien muestra un grave desequilibrio mental y una indiferencia total por toda su familia. Margaret muestra también esta indiferencia, al "pasar", si me permiten la expresión, de sus hijos y preocuparse sólo de sus problemas.
Una vez analizadas ambas familias, vamos a terminar dándoos una serie de características que diferencian a Fabula Regis de todas las demás obras:
- La abundancia de personajes, debido a que era una actividad de evaluación de una asignatura, y en la que todos los alumnos matriculados en esa asignatura debían de participar, sí o sí.
- La división de la obra en 7 escenas, aunque no es una división estricta, es decir, que por ejemplo, las escenas 1 y 2 están unidas al no haber cierre de telón, pero se separan puesto que una muestra la llegada de los Bellingham a la casa de los Mendoza, y la 2 muestra la historia paralela de las sirvientas y Manoli.
- La adecuación de los personajes a los actores. Es una de las características que hacen de esta obra algo especial. Normalmente, son los actores los que tienen que adecuarse a los personajes, y no dependen de ellos... pero, en este caso, los personajes se adecuan a los actores (a su físico y a su personalidad), de manera que los hace dependientes totalmente de aquel o aquella que les da la vida.
- La ausencia de decorado, exceptuando la mesa utilizada en la escena 3. Todo ello da un ambiente sobrio y frío que ayuda a poner en situación a los espectadores.
- El continuo salto de la "cuarta barrera" por parte de los personajes, tanto las narradoras, como los autores y Manoli, quien habla directamente con el público.
- La mezcla de influencias, tanto del teatro costumbrista de Lorca como del ambiente novelesco y policial de las novelas de Sherlock Holmes, así como de la pareja cómica Dúo sacapuntas, en quien están basados los personajes de Bernarda y Eusebia; exactamente, en un scketch de estos cómicos en los que una sorda tiene conversaciones con su amiga, quien se desespera continuamente.
Y ya, ahora sí, antes de terminar, veamos algunas curiosidades que fueron surgiendo durante la obra:
- Los personajes de las narradoras y los autores surgieron una vez que la obra estaba escrita y terminada.
- En un principio, Eusebia iba a ser caracterizada por quien más tarde hizo lo propio con Alis Hawkins, la secretaria de Trevor... pero se comprobó que la chica que finalmente caracterizó a la sirvienta sorda se acoplaba mejor al papel.
- Durante el estreno en la Casa de la Cultura de Sanlúcar la Mayor, antes de comenzar la escena 3, desapareció una silla, por lo que la institutriz de los Bellingham, Marylin, tuvo que aparecer de pie.
- Manoli era interpretada por un chico, y está inspirada en el personaje de Buenafuente, la niña de Shrek.
- El actor que hacía de Manoli, en la representación en Benacazón, se inventó parte de los guiones sobre la marcha.
Y así, muchísimas más curiosidades que tuvieron lugar, pero que no cabrían en un reportaje. Espero que todo este análisis de nuestra primera obra conjunta os haya gustado. Próximamente, intentaremos subir los guiones de la obra para que los podáis leer y os enteréis de la historia completa, mientras, os dejo tres vídeos, grabados por una compañera de instituto, del estreno en Sanlúcar la Mayor de la obra (perdonad la mala calidad).
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