
Mientras se producían las abdicaciones de Bayona y la sustitución de la monarquía borbónica por la bonapartista, en España se inició un alzamiento popular contra la presencia francesa, que fue el origen de este conflicto.
El 2 de mayo de 1808, la familia de Carlo IV, que aún permanecía en España, se preparaba para partir a Bayona, donde popularmente se había difundido que Napoleón había secuestrado a Fernando VII, ya que desconocían la verdadera situación. Una multitud se congregó ante palacio para impedir la salida de la familia y se alzó de manera espontánea contra la presencia francesa, pero fueron reprendidos severamente por el General Murat, aunque el ejemplo sirvió para que el pueblo español se posicionase en contra del régimen francés. Tras esto se crearon las Juntas de de defensa y armamento para rellenar el vacío de poder dejado tras las abdicacioones de Bayona.


La resistencia al régimen francés inicial era desorganizada, lo que identificó Napoleón como una vistoria rápida y fácil. Sin embargo la resistencia de ciudades levantinas inmovilizó al ejército napoleónico e incluyendo las derrotas en el Bruc y en Bailén, esto significó un impacto brutal e inmediato para los franceses, teniendo que replegar una gran parte de su ejército al norte del Ebro. Tras esto Napoleón se desplazó para España para iniciar una contraofensiva; a las cuatro semanas de comenzar, su avance se hizo imparable.
El ejército español era incapaz de oponerse a los franceses, por ello se promovió una nueva forma de combatir a los soldados napoleónicos, más epontánea, popular y eficaz que la lucha armada: las guerrillas, que llegaron a encuadrar en sus filas a más de 55.000 hombres. Los guerrilleros hostigaban al ejército por sorpresa, destrían sus instalaciones, interferían en sus movimientos y asaltaban sus convoyes de suministos, lo que provocaba el desgaste del ejército napoleónico.

El 12 de Agosto, Wellington entra en Madrid e, incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón finalizó el conflicto con los españoles y permitió el regreso de Fernando VIII tras lo cual las tropas francesas abandonaron la Península.
Hasta la próxima
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