viernes, 4 de noviembre de 2011

"La Piedad", de Miguel Ángel


Bienvenidos una semana más a la sección de Historia del Arte. Llevamos ya casi un mes trabajando en el blog, y tanto José Ignacio como yo estamos muy satisfechos de los resultados obtenidos. Avisaros, antes de comenzar con el reportaje de hoy, de que tenemos ya dos nuevos proyectos en mente, que una vez que los confirmemos os los comunicaremos, y seguro que os gustarán.

Hoy, en nuestro reportaje, volvemos hasta Italia para fijarnos en una obra maestra de uno de los mejores escultores de todos los tiempos: Miguel Ángel. Esta obra no es otra que La Piedad, también conocida como la La Piedad del Vaticano.

Es una obra realizada en un único bloque de mármol de Carrara a finales del siglo XV, que marca los principios generales de la escultura de la primera etapa del artista, dentro del más puro clasicismo. Miguel Ángel conoce las estatuas antiguas a través de la colección particular de Lorenzo de Medici, y se deja influir por su espíritu. Se trata de la única obra que firmó, apareciendo grabado en la cinta que lleva María “Miguel Ángel Bounarroti, florentino, me hizo”. Se puede ver en la Basílica de San Pedro en Roma.

El tema de la Piedad no era nuevo, ya había sido tratado en el gótico, como expresión del dolor inmenso que siente María cuando recibe el cuerpo de su hijo muerto. El artista aporta al mismo el tratamiento del motivo religioso como si fuera un gran mito. De todas maneras se trata de uno de los grandes temas para el escultor florentino, ya que a lo largo de su vida lo retoma en otras ocasiones, lo cual nos sirve un poco de guía para seguir su evolución artística. De hecho su última obra, que quedó inconclusa fue la “Piedad Rondanini”.

La composición del grupo escultórico dibuja una estructura piramidal, equilibrada, expresando tranquilidad, como marcaban las premisas neoplatónicas. El triángulo viene marcado actuando de vértice la cabeza de María y de base la del grupo escultórico. Cabe aquí recordar que entre todas las formas geométricas, el triángulo y el círculo son las preferidas para representar la divinidad. Los cuerpos tienen un tratamiento diferente, ya que el de Jesús aparece con un cuidado estudio anatómico que muestra el perfecto conocimiento que el artista tenía de los recursos expresivos propios de su oficio, llegando a plasmar un cuerpo en el que no se esculpen las huellas del inmenso sufrimiento que soportó Jesús antes de morir, mientras que el de María aparece totalmente cubierto por los gruesos ropajes que dejan adivinar una musculatura y proporciones en principio superiores a las que corresponderían a su rostro, valorando esas grandes anatomías tan del gusto del artista. El tratamiento del manto, cincelado con grandes cavidades, provoca contrastes de luz y sombra que realzan el valor plástico de la obra. Precisamente los rostros muestran una belleza idealizada en el sentido neoplatónico, ya que vemos que María es más joven que su hijo, lo cual no es sino un recurso para mostrarla “Eternamente Virgen”.

Técnicamente es perfecta en rostros anatomías, telas, … El acabado con abrasivos consigue dotar a las superficies de luz que, al resbalar resalta la belleza formal y material de la obra.

Para Miguel Ángel lo primordial en su obra es el reconocimiento de la grandeza del ser humano como humanista convencido que es y, en ésta nos refleja unos sentimientos contenidos, con rostros muy hermosos sin gestos que los descompongan. María aparece contenida, dejando que su profundo dolor quede dentro de ella, sin mostrarlo hacia fuera.

La composición equilibrada, junto a las actitudes serenas de los personajes producen el efecto de armonía y sosiego.

Como curiosidad, podemos destacar que esta escultura ha servido como modelo iconográfico de muchas cofradías de Semana Santa que rendían culto a este pasaje del Evangelio, como es el caso de la Hermandad del Baratillo de Sevilla, que en su primer paso representa esta escena y podemos observar el tremendo parecido con la escultura.

Pues nada más, espero que haya sido de vuestro agrado este reportaje. Como siempre digo, sacad vuestras propias conclusiones.


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